El biómetra te mira calibrando la separación entre tus ojos. Al alzar o bajar la cabeza para observarte, no evita precisar mentalmente cuánto mides desde los talones hasta el cogote. El perímetro de tu cráneo es la siguiente magnitud que anota en su registro, sin omitir la ubicación relativa de las orejas con respecto a la boca y al cuello. La etnia y la complexión general completan el escrutinio de este experto contratado para la seguridad de los modernos sistemas de acceso. Finalmente, al abrazarte, sufre, porque no consigue cifrar la copiosa porción de amistad que ofreces en el gesto.
Espero no ser demasiado poco serio, pero me preocupa mucho este sistema de seguridad. Pues me imagino la situación en la cual uno sale por la noche, le parten la cara y encima tendrá que dormir en la calle porque el sistemita no le reconoce. :-D Claro, no sentira el calor de un abrazo y tampoco le afectará la retahíla de insultos que uno le podrá soltar si no abre.
ResponderEliminarMe ha enamorado el biómetra, conozco a muchos que al abrazarte ni sufren porque les importa un micrómero la cantidad de amistad que les puedas ofrecer.
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