jueves, 16 de abril de 2009

Legado


La norma dispondrá que toda persona próxima a dejar esta sociedad deberá elegir con esmero cómo quiere que la recuerden. Valdrán objetos, escritos, documentos gráficos o pruebas sensoriales multimedia de cualquier índole. Si quien marcha no elige bien, su futuro en la otra zona titubeará sobre la pobre calidad de dicha selección.
Un legado claro, incuestionable, prolongará la existencia; uno ambiguo, perezoso, la acortará. Esa duración dependerá de la intensidad del recuerdo cedido a los que permanezcan.
En realidad —y en ficción—, sólo abandonamos a los humanos al desvanecerse la última memoria que queda de nuestra estancia entre ellos.

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