martes, 13 de noviembre de 2012

Hipotecas sin aliento


Cuando el pasmo y el horror llegan a niveles que se desbordan por todos los poros del entendimiento, los gobernantes deciden ponerse el gorro de la falsa solidaridad para intentar taponar el reguero de votos que se les escapan por la hipoteca abajo.
A buenas horas, billetes verdes, los que llegaron por cientos de millones, inyectados antes de que ninguna cuenta de resultados se tirase por el balcón. Demasiado tarde, amigos, para encontrar una mesa y tratar de solventar lo irreversible.
Aterroriza pensar que las vidas autosegadas se conviertan en la forma de presión social del nuevo-viejo siglo XXI.

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