Estas crónicas no tendrán precio, sólo longitud: con cien palabras iré al meollo, destripando lo que merezca
serlo y loando lo que deba ser elogiado, en mi modesto entender, salvo que se piense que opinar
es un acto inmodesto por la distancia o la altura que ha de ocuparse para afrontarlo...
martes, 11 de noviembre de 2008
El tipo de interés
Evaristo me confesó que no se consideraba un tipo de interés, pues nunca le habían hecho crecer los titubeos del mercado, ni las crisis, ni lo que dictaminase sobre él el BCE o la Reserva Federal. Por el contrario, su talla jamás mermaba en momentos económicos apacibles, pues su ideal era revalorizarse sin parar, ajeno a mercantilismos, y que lo crecido o deprimido que pudiera cotizarse fuera consecuencia de factores más estables, anticuados de mencionar, como la solidaridad, el servicio desinteresado a los demás y otros, más intemporales, como sus imparables ganas de repartir por doquier sus altísimos dividendos emocionales.
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