
Mi colega, amigo y maestro Xosé Castro trotamundea predicando cómo optimizar los movimientos de los dedos sobre el teclado. Como es traductor, lo llama tradumática, ¡toma parasíntesis!
Por su parte, mi hija adolescente aprendió sola muchos de los atajos cuando aún era púber, pero no los bautizó. Con su natural osadía juvenil para investigar y asimilar lo más práctico de cada artilugio, los descubrió instintuitivamente –subasto palabro, ¡pujad, bitacoreros!–, pero sólo usa los eficaces, ¡al grano, jovencitos! Ahora, teléfonos y ordenadores se manejan a dedo, con tacto, pellizcos y toques suaves ¿inventarán atajos acariciadores para los mortales sin pantalla?
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