Estas crónicas no tendrán precio, sólo longitud: con cien palabras iré al meollo, destripando lo que merezca
serlo y loando lo que deba ser elogiado, en mi modesto entender, salvo que se piense que opinar
es un acto inmodesto por la distancia o la altura que ha de ocuparse para afrontarlo...
domingo, 26 de diciembre de 2010
Comunicación unidireccional ®
Tras mi relato, sin coletillas de continuidad –servirían por igual ¡ah! ¡oh! o ¿sí?—, me replicó explicando que había vivido una situación parecida. Permanecí boqui y orejiabierto mientras consumía su turno casi sin respirar. «Ah, menuda coincidencia», respondí. Dilapidé otros minutos, hablando del tiempo, inagotable relleno, y volví a atacar, con otra historieta. Siete intentos en la misma hora, sucedidos variados. ¿Resultado? tuve que tragarme los correspondientes contrasucedidos, «¿sí? ¡pues yo más!», decía sin pronunciarlo. La vida nos allega personas así, ávidas de audiencia, repletas de experiencias ¿nunca aprendieron a escuchar? peor aún: ¿nadie las había escuchado antes? ¡Córcholis!
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