Estas crónicas no tendrán precio, sólo longitud: con cien palabras iré al meollo, destripando lo que merezca
serlo y loando lo que deba ser elogiado, en mi modesto entender, salvo que se piense que opinar
es un acto inmodesto por la distancia o la altura que ha de ocuparse para afrontarlo...
jueves, 18 de diciembre de 2008
Contraseña, tontaseña
Cada día confirmo mi identidad varias veces, disimulada bajo asteriscos o puntos gordos. Se abren ante mí los secretos de cuentas bancarias, correos, redes sociales: mis contextos cotidianos. Mis arcanos son poco relevantes, o nada, y menos truculentos, seguro, que los de ese bandolero global del que todos estamos hablando. Como único salvoconducto utilizó su encanto personal, unido a la ancestral geometría piramidal, para timar a sus benefactores durante una década. Ni la encriptación más sofisticada los habría librado de la pericia de ese truhán. Qué magnífico ministro de hacienda haría ¡Exijo que me sablee alguien con clase! ya puestos.
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