Estas crónicas no tendrán precio, sólo longitud: con cien palabras iré al meollo, destripando lo que merezca ser reventado y loando lo que deba ser elogiado, en mi modesto entender, salvo que entendamos que opinar es un acto de poca modestia por la distancia o la superioridad que ha de ocuparse para emprenderlo. Mi satisfacción será mayúscula si la tira bitacórica logra atraer al menos a cien visitantes, tras lo cual, me plantearé si compensa seguir liofilizando el pensamiento o si somos incapaces de reflexionar sin un GPS que nos oriente por argumentos favorables, desfavorables o mediopensionistas de cada asunto.
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