Estas crónicas no tendrán precio, sólo longitud: con cien palabras iré al meollo, destripando lo que merezca
serlo y loando lo que deba ser elogiado, en mi modesto entender, salvo que se piense que opinar
es un acto inmodesto por la distancia o la altura que ha de ocuparse para afrontarlo...
jueves, 12 de marzo de 2009
Telaraña de amplitud mundial
Tal es el inquietante nombre de la red de redes en inglés, aunque pronunciado en esa lengua suene a gárgaras interrumpidas, «guorl-guaid-güeb». Ahora los franceses de la Fjans aportan a la mundialización (ellos no dicen nunca globalización) una ley para atrapar a los que despegan cosas del tarantulato electrónico.
Si alguien quiere aprovecharse de lo que cae en la red, el árbol, o proveedor, informará enseguida al gran tejedor-estado de que hay una nueva víctima. Los artistas, custodios de la granja arácnida, observarán y cobrarán. Menguados de imaginación, prefieren comerse a su público que ofrecerle innovación y formatos más económicos.
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