
Juan Perezas salió a buscar a Luis Rumboso, para acudir juntos a la oficina del desempleo y apuntarse por primera vez. Una vez allí, Pilar Competente fue anotando datos, y les preguntó sobre sus inquietudes.
Perezas miró a Rumboso con desgana, inclinando la cabeza hacia un lado, como diciéndole «¿inquieto, yo?».
Rumboso, como siempre, respondió veloz: «¡camareros de bar de estriptis!».
Competente levantó los ojos por encima de las gafas de ver, volvió a bajarlas y escribió en su ordenador lo que le dijeron. Para ambos. Total, tenían las mismas posibilidades de conseguir ese trabajo que cualquier otro: zero zapatero.