Hoy un par de minutos —no más— se llenaron de vacío en mi lista de tareas urgentes y la procrastinación dio paso a la elucubración, sin pasar por la masturbación, casi todas ellas acciones naturalmente improductivas, como malear plastilina. Sabes que lo que manoseas tendrá, al terminar, el único valor artístico de haberte relajado y lo aplastarás para dedicarte a cualquier otra labor.
Aquí pulsaré «Publicar», y, como lo que he tenido entre los dedos no es más que un material virtual (¿contradicción?), no me importará que se guarde para el futuro en alguna memoria de la nube. Me gusta.