Estas crónicas no tendrán precio, sólo longitud: con cien palabras iré al meollo, destripando lo que merezca
serlo y loando lo que deba ser elogiado, en mi modesto entender, salvo que se piense que opinar
es un acto inmodesto por la distancia o la altura que ha de ocuparse para afrontarlo...
miércoles, 15 de abril de 2009
Llegaremos mañana — Stop — prepare casa
Salvo por las películas, pocos de menos de veinte años conocen, han visto o, incluso, tocado nunca un telegrama.
Tal comunicación rauda, casi inmediata para esos tiempos, llegaba el mismo día, o antes. El remitente se personaba en Correos, rellenaba un impreso escogiendo las frases precisas, cual SMS precursor, usando una casilla por letra, y pagaba según las palabras empleadas y su destino. Se reservaba para noticias urgentes, malas casi siempre.
Mi bancario conocido —carezco de amigos del sector—, me contó que aún se usa, ahora para notificar embargos y similares. Prefiero no volver a verlo nunca, el telegrama.
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