Estas crónicas no tendrán precio, sólo longitud: con cien palabras iré al meollo, destripando lo que merezca
serlo y loando lo que deba ser elogiado, en mi modesto entender, salvo que se piense que opinar
es un acto inmodesto por la distancia o la altura que ha de ocuparse para afrontarlo...
lunes, 28 de diciembre de 2009
Prohibición para obligar
Manía muy extendida entre gobernantes –observada incluso en comunidades de vecinos— es la de poner puertas al campo, límites a lo infinito o topes a lo que no puede taponarse.
Por el anhelado bienestar de todos, el dirigente se siente impelido a dictar cantidades desmedidas de normas, en todos los ámbitos, que nos protejan de comportamientos incívicos, nocivos, perjudiciales, antiecológicos o, incluso, antiestéticos.
Finalmente, resultará que lo poco que pueda hacerse se convertirá en obligatorio, porque no habrá más opciones. La regulación total dará paso a la dictadura de forzoso cumplimiento, cumplo y miento, todo por mi bien, obvio es.
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¿Prohibir? Nunca, mejor sugerir, animar, considerar, recomendar, ilustrar. ¿Que tal voy?
ResponderEliminarSí, son buenas ideas, amigo Antonio. Añado yo: educar, respetar, pensar en los demás, y tantas otras que suenan a tiempos pretéritos, o nada "fashion", que le hacen a uno pensar que envejece sin conseguir ese mundo mejor.
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