Estas crónicas no tendrán precio, sólo longitud: con cien palabras iré al meollo, destripando lo que merezca
serlo y loando lo que deba ser elogiado, en mi modesto entender, salvo que se piense que opinar
es un acto inmodesto por la distancia o la altura que ha de ocuparse para afrontarlo...
miércoles, 5 de mayo de 2010
El apagón (revisitado)
Mientras el cacharro volaba brevemente hasta estrellarse en el fondo del contenedor para reciclado, Roberto tuvo tiempo de rememorar los magníficos momentos que le regaló cuando funcionaba. Diez años hacía pasado con ella; sin embargo, la nueva tecnología le forzaba a despedirse de una caja tonta que ahora lo era más, sólo porque no sabía codificar una señal compuesta de unos y de ceros: el colmo de la simplonería. Pronto regresaré aquí para tirar la batidora, la olla, la aspiradora o el cepillo de dientes, pensó, espero no ver nunca un contenedor para libros si se produce un apagón cultural.
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Lo peor de la caja tonta es, que es contagiosa. Ojalá que hubiese mejorado algo más a parte de los aspectos técnicos como la modulación de la señal y el tratamiento de los símbolos. Pero me temo que seguiremos siendo testigos de la Generación TV, donde es más conocida Belen Esteban Menéndez que Bartolome Esteban Murillo respondiendo ambos a las mismas iniciales. (Que conste que he tenido que consultar en google el segundo apellido de dicha mujer)
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