Estas crónicas no tendrán precio, sólo longitud: con cien palabras iré al meollo, destripando lo que merezca
serlo y loando lo que deba ser elogiado, en mi modesto entender, salvo que se piense que opinar
es un acto inmodesto por la distancia o la altura que ha de ocuparse para afrontarlo...
sábado, 25 de septiembre de 2010
Traslucidez (r.)
He aquí un aspecto desconocido –obviamente, ya verás—, de mi personalidad: soy invisible. Pero no de ésos de película, con traje, sombrero, gafas y hueco.
No.
Soy un intangible social.
Ni toco, ni me tocan. Ni me paro a mirar, ni me ven. No soy de ningún equipo de fútbol. Trabajo lo justo, subsisto con poco. No soy triste, sólo anodino. Sin amigos, no tengo que hacer favores, ni deberlos después.
Eso sí, cada cuatro años voto, porque a demócrata no me gana nadie.
¡Ya habrá quien arrime el hombro para que yo pueda seguir luciendo mi transparencia vital!
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