Estas crónicas no tendrán precio, sólo longitud: con cien palabras iré al meollo, destripando lo que merezca
serlo y loando lo que deba ser elogiado, en mi modesto entender, salvo que se piense que opinar
es un acto inmodesto por la distancia o la altura que ha de ocuparse para afrontarlo...
jueves, 16 de septiembre de 2010
Me bajo del escenario
Inquieta sentirse inmerso en escenarios de todo tipo: ideológicos, bélicos, políticos, económicos, hostiles, «amigables», del crimen...
A mi alrededor no veo las bambalinas, el proscenio ni las candilejas. Vaya.
Recuerdo los chistes políticos de Forges donde no faltaba nunca la palabra «coyuntura», que trufaba los discursos de los tiempos predemocráticos y de transición. Ahora parecería algo carnal.
La memoria palabrológica es deleble ante la apisonadora práctica del inglés, combinada con la bobería de muchos parlatanes de la escena pública.
Vaya mi lanza hecha pedazos por «situación», «panorama», «circunstancias», «perspectiva», «ocasión», vocablos que no exigen público en el patio de butacas.
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