Estas crónicas no tendrán precio, sólo longitud: con cien palabras iré al meollo, destripando lo que merezca
serlo y loando lo que deba ser elogiado, en mi modesto entender, salvo que se piense que opinar
es un acto inmodesto por la distancia o la altura que ha de ocuparse para afrontarlo...
martes, 19 de mayo de 2009
Entropía
Los días de ese reino estaban contados, aunque aún fueran bastantes. Como su nombre indicaba, su desbarajuste progresivo era imparable, irremediable e irrecuperable. La energía no se transformaba, ya venía creada y sólo podía escurrirse como agua entre los dedos.
Los entropianos lo sabían, y no desperdiciaban el tiempo con inútiles tratamientos antiedad, es obvio. Vivían absorbidos en la arritmia del desorden, con cierta creatividad, cumpliendo la misión tácita de idear para sus descendientes pautas de máximo disfrute, físico y mental, hasta el advenimiento del caos definitivo.
Eran el único modelo trágico de carpe diem, sine die conocido hasta entonces.
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Exactamente 100. Nada entrópico
ResponderEliminarEn efecto, buen detalle, anónimo :)
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