Estas crónicas no tendrán precio, sólo longitud: con cien palabras iré al meollo, destripando lo que merezca
serlo y loando lo que deba ser elogiado, en mi modesto entender, salvo que se piense que opinar
es un acto inmodesto por la distancia o la altura que ha de ocuparse para afrontarlo...
jueves, 5 de febrero de 2009
Evaristo, y otros recuerdos
Evaristo, el tipo sin interés, pasó a saludar a su compañera Malena, la del regalo estilizado. Le explicó que estaba preocupado: esa mañana no abrió los ojos a la hora acostumbrada. Su organismo se revelaba y su adiestramiento matinal dejaba de ser efectivo, para ser natural. Se tomaría su cafetito, prosiguió, para ser persona, y reflexionaría sobre su postura ante el apagón digital de la semana anterior. Malena le escuchaba atentamente, sin interrumpir. ¡Ya podía reformatearse! pensó, pues había llegado mientras asimilaba unos atajos mentales de teclado, y tardaría mazo en repasarlos. En fin, si contármelo le hace feliz, sea.
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La lectura rápida y la vista cansada no son buenas lentes. Leí: "su onanismo se rebelaba --con b-- y su adiestramiento manual dejaba de ser efectivo".
ResponderEliminarLa lectura rápida y la vista cansada no son buenas lentes. Leí: "su onanismo se rebelaba --con b-- y su adiestramiento manual dejaba de ser efectivo".
ResponderEliminarDesde luego, es mejor acercarse a estas lecturas con más tranquilidad, según lo veo yo.
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